Lo recuerdo como una punzada en la sien, como un golpe en el pecho, fue a media tarde, había sido un día caluroso y buscaba un local con aire acondicionado. Lo encontré y decidí pasar un rato al fresco antes de que la temperatura hiciera de las suyas.

Ensimismado en mis pensamientos, fui capaz de notar como algo cambiaba a mí alrededor, me sentí observado, incomodo por alguna razón. Me giré inconscientemente, como movido por un resorte activado por un sistema de alerta, y vi algo que me hizo cambiar de sensación.
Mi radar interno me mandó la señal equivocada, lo que vi no me produjo sensación de amenaza, todo lo contrario, me atrajo, me absorbió. Lo que me estaba mandando señales se convirtió en el centro de mi visión, pasando todo a un segundo plano, parecido al ojo de un huracán, mi visión se centraba en una sola figura y todo lo que le rodeaba parecía difuminado, en movimiento. Todo parecía superfluo y sin interés, el centro captaba todos mis sentidos.

Con un indisimulado nerviosismo, me acerque, las sensaciones se multiplicaban y acentuaban. En mis oídos rebotaban sonidos agradables que no puedo describir con palabras y mis pies sólo parecían tener un objetivo, llevarme a la fuente de atracción que tenía cada vez mas cerca de mí.

Me acercaba y la música subía de volumen y empezaba a percibir aromas diferentes a cada paso, era el olor de lo nuevo, de lo desconocido, del regalo que abres o el que percibes al salir del coche tras un largo viaje. Aspirar profundamente y retener en el cerebro, eso me pedía el cuerpo.

Y si, amigos, el siguiente sentido es el tacto, la distancia era lo suficientemente corta como para que mis otros sentidos ya estuvieran produciendo sensaciones como una fabrica en plena producción, pero yo quería más y lo intente, quería pasar la frontera y me salté el espacio que nos separaba.

Que deciros, la yema de mis dedos parecían querer despegarse de su lugar lógico para adelantarse, en el fondo sabía lo que notaría por haberlo soñado mas veces, un sueño que no eres consciente de recordar pero que se almacena en tu cabeza, quizás con la esperanza de hacerse realidad, y este era el momento. Mis manos estaban preparadas, llega el momento, tacto, calidez, textura, vibración. Desplazo mis dedos y todo vuelve a cambiar. Las imágenes cambian, el sonido cambia. Cambia la luz, cambia el color, sonidos nuevos ¿olores nuevos?

Me siento pleno, salgo de la tienda habiendo probado una experiencia difícil de olvidar, he tenido el tablet de mis sueños en mis manos, nuevecito, con sus plásticos protectores. ¿Hay sensaciones mas fuertes en esta vida?, bueno, si que las hay, pero no me neguéis que disfrutáis tanto como yo.

Si te mira un Samsung Galaxy Tab de frente y no se te entra un escalofrío en la nuca, es que no eres humano.